miércoles, 23 de marzo de 2011

A pegotones.

Así están acumulados mis pensamientos y así los escribiré como antes escribía, ya sé que es mentira, como antes no podrá ser. Aunque siga luchando por mi libertad hoy se que no soy libre. Mis miedos y las amenazas de la puerca justicia feminazi y su aparato inquisitorial me han robado mis pocas pertenencias, me esquilman la pensión con minutas de abogados, me hicieron perder mi trabajo y me desterraron del lugar donde vivía.

Es mentalmente coherente que mis miedos acobarden mis palabras ante las amenazas y las denuncias efectuadas sobre mis novelas mis poesías y mis canciones que no son más que fabulaciones sobre aspectos y percepciones MI vida. En ninguna se nombran personas concretas ni nombres específicos de nadie, con posibilidad de que cualquiera quiera, interesadamente, asumir el papel de los personajes que en estos escritos se narran.

Es algo tan absurdo como condenar a cualquier autor que asesine a un personaje en su novela. Es una autentica inquisición, porque además no puedes denunciar nada de lo que te hacen. NO TE DEJAN NI ESCRIBIR.

Es por tanto evidente que a pegotones iré describiento otra vez cada día de mis días, porque el silencio es malo para las personas que estamos siendo maltratadas y denigradas. Quién calla otorga, dice el refrán.

Siempre fuí un luchador honesto por la verdad y la justicia, por la tolerancia y la comprensión. Hoy las maldades y las torturas sufridas me estaban convirtiendo en lo que la perversa deseaba. Mi cabeza se estaba convirtiendo en un pegotón de cosas sin sentido ni motivación.

Estaba dejando de escribir tal y como ellos querían, me habían anulado con sus amenazas su miedo y la vergüenza vertida sobre mi persona en un montón de mentiras absurdas, mientras la roponas tomaban café y bollos en el bar del desayuno.

Malditas roponas negras, cucarachas de oficinas de la codorniz. Me recuerdan los chistes de la oficina siniestra en la codorniz. Llenas las mesas de legajos y aquella pegatina en el brazo. PELOTA 1789.

Sobre el estrado el disfraz de la falsedad la ironía y el desprecio que no te permiten llamandole insolencia cuando las roponas se cachondean en tu misma cara no dejándote ni hablar y proclamando principios jurídicos que atentan contra la razón más mínima. PURA INQUISICIÓN.

SEGUIREMOS A PEGOTONES ... NUNCA MÁS EN SILENCIO. QUE NO OCULTEN TU MALTRATO.

LO QUE NO SE VE NO EXISTE Y SIN VERGÜENZA PUEDO DECIR QUE HE SIDO UN HOMBRE MALTRATADO Y ME SIGUEN MALTRATAANDO ... AL MENOS MI MIEDO COMIENZA A MENGUAR... TENGO COJONES PARA DECIR LA VERDAD A PESAR DE LAS AMENAZAS.

1 comentario:

Durrell dijo...

¿Te acuerdas de aquellas pancartas donde se pedía libertad de expresión? Antes había censura para decir verdades, hoy nos tragamos la telebasura sin que nadie le ponga un freno mientras que a cualquier hijo de vecino lo meten en un pleito si dice una verdad como un templo.
No dejes de escribir, expresarse es lo único que hay para desahogar el alma y entonces la carga no parece tan pesada. No hay nombres, pues no hay aludidos y a quien le pique es que ajos come.
Escribe, escribe y escribe...

Un abrazo y es verdad: Carpe Diem.